
La cancelación oficial del programa de tanque ligero M10 Booker, una decisión histórica tomada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos como parte de la Reforma de Transformación y Adquisiciones del Ejército, se registró como un punto de inflexión significativo en los esfuerzos de modernización del ejército de los EE. UU. La nueva directiva de reforma firmada por el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, el 1 de mayo de 2025, exige que el Ejército ponga fin a una serie de programas de adquisiciones críticos, el más notable de los cuales es, sin duda, el proyecto del tanque ligero M10 Booker, piedra angular del programa de “potencia de fuego móvil protegida” (MPF).
El programa MPF, lanzado con grandes esperanzas en 2018, fue presentado por General Dynamics Land Systems como un vehículo de apoyo de infantería de alto poder de fuego y rápido despliegue. Sin embargo, a medida que avanzaba el proyecto surgieron graves problemas de diseño, alcanzando el vehículo un peso mucho mayor del esperado y la consiguiente disminución significativa de la movilidad, lo que planteó interrogantes sobre el futuro del programa.
Según un informe detallado de Task and Purpose, la versión de producción del M10 Booker pesaba alrededor de 42 toneladas, lo que significa que era casi tres veces el peso del legendario tanque ligero M551 Sheridan al que originalmente estaba destinado a reemplazar. Esto llevó al M10 mucho más allá de la definición de "tanque ligero" y se convirtió en un vehículo fuertemente blindado que desmentía su nombre. Desde un punto de vista logístico, el hecho de que solo se pudiera transportar un M17 en un avión de carga C-10 significaba que la carga logística de este vehículo estaba casi al mismo nivel que la del tanque de batalla principal M1A2 Abrams. Esta situación surgió como un factor que perturbó gravemente los objetivos de despliegue rápido y flexibilidad operativa.
Pero uno de los acontecimientos más importantes que allanó el camino para el final del programa provino de evaluaciones exhaustivas realizadas en Fort Campbell, sede de la 101 División Aerotransportada, una de las principales unidades militares de Estados Unidos. Durante estas evaluaciones, se determinó dolorosamente que ocho de los 11 puentes dentro de la base no podían soportar el peso del M10 Booker. Este terrible hallazgo hizo añicos las suposiciones fundamentales sobre el uso generalizado del vehículo en unidades ligeras desplegables desde el aire y marcó el fin del futuro del programa.
El impacto de la cancelación del programa se hace aún más evidente si tenemos en cuenta que el Ejército de Estados Unidos había planeado originalmente adquirir un total de 504 M10 Bookers. Hasta el momento se han fabricado 12 prototipos y se han ensamblado 96 vehículos en el marco del primer lote de producción de baja densidad. Si bien se esperaba que el segundo y tercer lote de producción se entregaran en el año fiscal 2025, el destino de estos vehículos sigue siendo incierto debido a la repentina cancelación del programa. Actualmente hay varias opciones sobre la mesa, incluida la transferencia de estos vehículos a unidades blindadas, su venta a países aliados o su almacenamiento a largo plazo.
La cancelación del programa M10 Booker no debe interpretarse simplemente como el resultado de una serie de fallos técnicos. Esta decisión también revela deficiencias estructurales y priorizaciones estratégicas incorrectas en el sistema de abastecimiento del ejército estadounidense. El hecho de que el requisito de que el M10 fuera transportado al campo de batalla se eliminara silenciosamente de la lista de requisitos en 2015 muestra que el programa estuvo plagado de una falta de visión estratégica desde el principio. Esto redujo significativamente el valor operativo del vehículo y allanó el camino para el fracaso final del programa.
Un informe exhaustivo de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) de junio de 2024 revela que el programa MPF ha costado a los contribuyentes estadounidenses 7,2 millones de dólares hasta la fecha. Si el programa se completara según lo previsto y se tuvieran en cuenta todos los procesos de apoyo al ciclo de vida de los vehículos, se estima que el coste total superaría los 17 millones de dólares. Cuando consideramos que esta cifra astronómica representa una carga financiera que va mucho más allá de las proyecciones presupuestarias en las etapas iniciales de planificación del programa, se hace más claro cuán económicamente acertada es la decisión de cancelar.
Si bien la cancelación del programa M10 Booker es una lección dolorosa para el Ejército de Estados Unidos, también presenta una oportunidad para una reestructuración significativa y una reevaluación estratégica. La reforma de transformación y adquisición de las fuerzas terrestres iniciada por el Ministerio de Defensa tiene como objetivo implementar principios críticos como determinar requisitos más realistas en los futuros procesos de adquisición, centrarse en soluciones rentables y no insistir en proyectos que no hayan alcanzado la madurez tecnológica. La implementación exitosa de esta reforma podría garantizar que los futuros esfuerzos de modernización militar de Estados Unidos sean más eficientes y estén alineados con los objetivos estratégicos. El caso M10 Booker destaca una vez más la vitalidad de la transparencia, los estudios de viabilidad realistas y las estrategias flexibles que puedan adaptarse al cambiante entorno de amenazas en los procesos de adquisiciones militares.